
Después de algunos sucesos que se dieron lugar en estos días, tengo la sensación de agujitas clavadas en los ojos (je... esa soy yo, Culito... la "vivaracha", la geminiana que está por y para todos, la tana que "está siempre"..., la que no va a cambiar nunca, porque no sabe cómo ni quiere, creo).
Y es jodido el llanto sólo por eso, eh?. Por el dolorazo que te queda en cada ojo. Más ese "antifaz de delineador" que a una se le dibuja en la jeta si te agarra el ataque en plena calle Florida, a mediodía, y vas caminado como pajarona, escudada detrás de unas gafas de sol. Y cuando vas a mirarte al espejo, solita te cagás de risa de lo patética que podés llegar a ser, con el resultado de tal enchastre.
Por otras cosas, como dice mi amiga Tetas (mi hermana del corazón, mi oreja a la distancia, mi "flaca, arriba!", mi "no todo es como lo vemos"), llorar depura. Y les cuento que ahora, en este instante tengo la sensación de haber eliminado toxinas de dentro mío. Como si hubiera acumulado cosas que en algún momento debían salir de mí. Ojo, el vacío, el dolor, la impotencia, el "¡qué boluda soy!", persisten. Los psicólogos dicen que los duelos necesitan su tiempo de elaboración.
Y así será. No es el primero. No será el último. La vida tiene cada sorpresa!!!... uf! Si lo sabré!. De las buenas... y de las otras...
En fin, fue un post atípico en el patio del Tito, donde siempre hay ronda de mate y un cacho de boludemia con el sólo fin de arrancar sonrisas. Porque lo armamos para eso, para ese cachito de ocio virtual.
Pero también compramos carilinas, pebetes y pebetas. Y se ve que la que tenía que usarlas era yo!. Y ahora no sólo me quedé con el delineador chorreando, sino también con la nariz hinchada y roja. Lo que se dice: ¡más linda que la mierda!. Je!
Baci a tutti. (
Tito, tenemos tilo?)